Los gatos, además de ser mascotas bastante independientes, son muy aseados y se acicalan solos. Sin embargo, los gatos se ensucian en ciertas zonas del cuerpo a las que tienen difícil acceso a lametazos y no siempre logran limpiar bien (almohadillas, el bajo vientre o la zona genital); se pueden ensuciar en alguna salida al exterior o en casa. También puede suceder que los gatos de avanzada edad no consigan acicalarse como desearían. Por lo tanto, es recomendable que bañe a su mascota para eliminar la suciedad y cualquier otro residuo que quede en su piel.
Los gatos se pueden bañar a partir de los 2 o 3 meses de edad; antes podría resultar peligroso para su salud debido a que son todavía frágiles. Para mantenerlos limpios antes de los 2 meses se pueden utilizar toallitas húmedas. Si los gatitos están bajo el cuidado de la madre, esta se encargará de realizarles la limpieza mediante el lamido.
Los gatos son muchos más sensibles al agua que los perros, por eso se recomienda usar siempre agua tibia a la hora del baño; tampoco les gustará demasiado pero les resultará más tolerable hasta que lleguen a adaptarse a los baños periódicos.
Se recomienda colocar tapones de algodón en sus oídos antes de comenzar el baño para evitar que penetre agua en ellos.
Si lo va a bañar en una bañera, use una alfombra antideslizante, de este modo el animal no se resbalará. Tómelo con cuidado, por la nuca, con una mano y, por su cuerpo, con la otra e introdúzcalo lentamente en el agua que habrá de estar a poca altura. Deje que el animal se vaya habituando. Moje a su gato con la mano o con una esponja suave (nunca con el chorro de la ducha) y siempre comenzando por su cuerpo. La cabeza será lo último que deberá humedecer y lavar evitando la zona de los ojos, hocico e interior de las orejas. Es conveniente que le mimemos mientras le mojamos el pelaje. Aplique el champú y frote suavemente. Déjelo actuar unos minutos siempre acariciando a su gato para que se sienta seguro. Aclare el champú con abundante agua vertiéndola desde el lomo hacia atrás. Asegúrase de que queda libre de residuos que más adelante podrían causarle alergias y molestias.
Séquelo con una toalla sin frotar el pelo. Este movimiento brusco podría alterarlo; hágalo presionando con suavidad. Asegúrese de que queda completamente seco, para esto puede ayudarse de un secador usado con mucho cuidado y sin acercarlo a su pelaje.
Para evitar que el felino pueda asociar el baño con una experiencia traumática, podemos finalizar ofreciendo un premio; algo rico que le pueda gustar aparte del pienso rutinario.